Friday, November 23, 2007

La angustia de la hoja a rayas



Hoy fui a comprar un block especial. Estoy por empezar una Novela.

Busqué y miré varios. Algunos más interesantes que otros, pero ninguno con hojas en blanco.

Había con rayas claras y más gruesas (leáse personalizado), con fechas (por qué todo tiene que ser registrado secuencialmente), con columnas (para contabilizar las ideas), con cuadrículas (porque sin ancho no hay orden perfecto).

Odio escribir siguiendo líneas, te limitan, te ordenan, te impiden dibujar en medios de las palabras o jugar más libremente con ellas.

Finalmente, conseguí uno más o menos apropiado, a pesar de sus obsesivos renglones.
Hacía mucho que no escribía.

Venía como un tren a mil km/hora.

Mi cuerpo dijo basta. Y saltó el tendón de Aquiles. Y, como una gomera certera, dio justo en el centro de mi orgullo. Y caí abatido, no en el court de tenis mientras jugaba a ser Batata Clerc contra Erhart (que estaba más inspirado que Nalbandian luego de ganarle dos veces seguidas a Federer y a Nadal).

Caí en cama, luego de uno días, sin operación posible. Muletas, yeso (en realidad una bota plástica con velcro …) “How cool !” me dijo una chica en el ascensor. En Manhattan, hasta el más tonto accidente puede revolucionar la moda…

El tren se estrelló contra una pared, no hubieron víctimas mortales. Pero quería –lo juro- tratar de llegar en cruise control a final de año. Esa posición que implica mantener la velocidad pero con un consumo eficiente de energía. Pero las tragedias (griegas, argentinas, Latino Americanas…) siempre vienen juntas.
Herido una vez más… Me llamé a silencio. Me quedé sin palabras. No porque no tuviera nada que decir. Sino porque mi pierna se llevó toda la atención.

La rotura dejó claro que ya me había estirado al límite de lo posible. No más palabras, Su Señoría.

Mi yeso se volvió el tema de conversación obligado, tanto casual, como repetitivo. Incluso hasta para mi sueño que, ocupado en conversar con ella, se olvidó de no me bastan 3 horas de descanso por noche.

Moi - eterna compañera - hizo a las veces de muleta y de enfermera. También ella perdió su sueño (jugaba a las escondidas con el mío).
Como una paradoja, mi cabeza siguió acelerando. Mi cuerpo enlentecido, obligado a lidiar con los obstáculos físicos de la ciudad y el bosque.

Ahora quiero desacelerar un poco. Y escribir. No éste Blog. O sí, pero no sólo este Blog.

Quiero retomar la (idea) (fantasía) de escribir una novela. No tengo trama. No tengo claro el tono o género. Ninguno de los personajes aún tiene nombre ni edad ni rasgo alguno. Aún no pensé cuál será el disparador del relato. Ni para qué la voy a escribir ni si terminaré en un año, 10 o me llevará toda mi vida.
Sólo sé que empiezo hoy, no el lunes.

Así que los dejo. Voy a enfrentarme a la angustia de la hoja en blanco. Perdón, debí decir hoja a rayas…