Thursday, July 19, 2007

Anochecer de un día agitado



Ayer, 18 de Julio, fue el cumple de Moi. Habíamos planeado ir a andar en bici temprano, antes de salir para el trabajo. Lamentablemente el día empezó con una bruta tormenta; la inesperada lluvia, aguó el intento de bajar mi colesterol (parece que mis nervios lo han subido más del límite que la ciencia acepta).

Luego, una reunión con un posible nuevo cliente, generó otro caos. Nunca llegamos o, mejor dicho, lo hicimos pero casi cuando la reunión terminaba. Teníamos la dirección mal, dimos mil vueltas entre los paraguas de la gente. Recuerdo que en ese momento pensé que los americanos viven una vida tan predecible que hasta la lluvia los enloquece al sacarlos de su rutina. Con Silvina, terminamos en cualquier lado. Aprendimos una lección tardía: las calles paralelas no siguen la misma numeración en NYC.

Finalmente, nos explicaron cómo llegar y aparecimos en el edificio, a un par de cuadras de Grand Central Station, donde nos habíamos encontrado hace una hora…

La reunión al final salió bastante bien, pero el día deparaba nuevas sorpresas.

A eso de las 6 y pico, partía para encontrarme con Moi en Grand Central para cenar en NY. Justo llama Daniel desde su celular a Silvina para decirle que lo habían evacuado de su oficina, cerca de la 42. Aparentemente, un edificio se había derrumbado. Había caos por todos lados, no sabía para donde ir.

Busqué en Internet y ni noticias. Recién al llegar a la zona, pude saber qué pasaba. Una cañería de agua había estallado dejando un enorme cráter en la ciudad en pleno “rush hour”.
Los ciudadanos reaccionaron como si fuera un ataque terrorista, todo el mundo corría y corría. Incluso cuando ya había pasado más de una hora. Mucha desinformación, mucho miedo. Yo caminaba en dirección al lugar del accidente, junto con unos pocos. Parecía Pamplona, todos corriendo desesperados, pero los toros no aparecían por ningún lado.

Me sentía como un ridículo, yendo en dirección opuesta a la masa nerviosa. A pocas cuadras, se veía una densa columna de humo. Qué hago manteniendo la calma. Pero bueno, tenía que encontrarme con Moi. No la iba a dejar sola. Lo único que me importaba era estar con ella. Además la lógica indicaba que había explotado un caño y ya. No te podías acercar a la zona, los subtes que llegan a ese área, habían sido desviados. Todo por precaución. Pero no había riesgo de nada.

La cantidad de autos de bomberos, de policía, de ambulancias… No es la primera vez que New York sufre un accidente. Pero el sabor amargo del 9/11 generó un despliegue de fuerzas que superaba a la más exagerada de las películas de Hollywood. Las caras de la gente parecían que había explotado media ciudad y muerto otro tanto. Corrían desesperados. Unos curiosos sacaban fotos. Yo caminaba en dirección al humo. Hablando con Moi por celu para acordar un punto de encuentro ya que a ella la iban desviando en cada cuadra.

Al final del día, la cena, muy bien. El lugar, Terrace in the sky, un restaurant francés con una vista espectacular. New York vista desde arriba, con sus edificios y mágicos puentes, parecía otra ciudad, no la de hace unas horas.

La comida bien, la compañía insuperable. Brindamos con Moi con un corpulento Chateauneuf-du-Pape. El caos ya había quedado atrás. La Ciudad se iría a dormir con una herida más, no la más grande, no la última. Al día siguiente, de pie como siempre, con su furia, como si nada hubiera pasado. Sólo un día agitado que había quedado atrás…

1 comment:

Anonymous said...

Aqui podeis leer la experiencia de un emprendedor español recien llegado a Nueva York:

http://investorsconundrum.com/2008/07/26/%c2%bfquieres-invertir-en-new-york/