Wednesday, February 15, 2006

Dime cómo bebes...

...y te diré de qué planeta eres.
Ayer fue la cena (inaugural) de St Valentine´s. Pero queda para otro momento -cuando decante- comentar la exótica experiencia.
Hoy quiero hablar de la cena de hace un rato, tan parecida a la de tantos ratos por algo a lo que no termino de acostumbrarme. Y es el ritual del vino al modo local.
Como cualquier apasionado del vino sabe, tomar vino es algo especial. Es parte de una ceremonia, de un momento de disfrutar de todo: el momento, la compañía, el lugar, la sensación de que el tiempo se detiene y uno se pierde en esos colores rojos tan peligrosos como el canto de una sirena.
Tomar vino es filosófico, se lleva en la sangre, es placer, es rico, es espiritual y te eleva.
Cierto es que ahora la cultura del vino se movió de un producto agrícola -el fruto de la sangre de la tierra- en donde la pasión del lugar, quien lo cultiva y cosecha, del viñatero, del bodeguero, del wine maker, etc etc (todos ellos apasionados)... a un lugar de la percepción.
Hoy el vino es parte de un movimiento del deber ser. Tomar vino es cool, acumular vino en una cava es cool, tomar vino caro es más cool y no saber un carajo pero hablar como si lo supieras... se lleva el premio máximo de coolness.
Será por eso, por esa cultura americanizada de querer hacerlo todo by the book, que han educado a los nuevos mozos respecto del modus operandi de cómo servir el vino de una manera tan estructurada y fría que han re-creado la ceremonia de una manera dura y cómica...
Es que cuando te lo vierten en la copa como si fuera Coca-Cola se pudre todo. Te llenan media botella en la copa, con la rapidez de quien quiere echarse un polvo e irse a dormir sin ningún pre calentamiento, como quien dice ok bebételo de una vez y vacía ya la puta botella así te traigo otra y te hago gastar más que al final de cuenta me aumenta la propina.
O esa maldita costumbre de que tenés que pedir algo para beber antes de siquiera haber recibido el menú. Cuando pedís ver la carta antes, te miran con cara de "de qué planeta es éste?".
En el país de las playas llenas de botellitas de cerveza en donde ir al mar significa hundir la panza en el agua hasta el ombligo para disfrutar de una cervecita helada. Claro nadie entiende que uno va a un restaurante a comer y a beber y no a beber y by the way como algo.
Perdonenme, señores mozos educados a servir Coca-Cola. A mí me gusta degustar el vino, disfrutarlo, porque se trata de dedicarle tiempo a esa copa única, tan única como la compañía que está con vos en ese momento.
A mí me gusta dejar que el vino repose y respire en su copa, darle tiempo, desafiarlo a que con sus colores y aromas únicos me invite a probarlo.
A mí me gusta ese vino unión que ameniza las charlas con Moi, con los amigos, perderme en el influjo del vino, sin tiempo y sin prisa.
A mí me gusta servir el vino con cariño y que es una forma de ofrecer a quien nos acompaña, de invitar a compartir ese placer único.
Así que la próxima, para ahorrarse problemas los invito... No me jodan. Salud !!!!!

(nda: incluso en lugares de tan excelente comida y servicio como lo es la Bourgogne de Punta del Este, Jean Paul Bondeaux cagó a puteadas un mozo porque nos vió que estaba sirviéndole el vino a Moi. No entendiste nada Jean Paul, el mozo no tuvo la culpa... había ido a buscar pan... y -por cierto- me encanta servir el vino).

1 comment:

Latre said...

te dije que lo leería....
va como suena...chapó!