Sunday, February 04, 2007

Que te putee Dios!!


Cambiarse de país es como una mudanza más.

Sólo que hay que multiplicarla por vuelos en avión que se retrasan, cargar mil valijas, los chicos que explotan de nervios, los horarios que son distintos, salir de un lugar tropical a otro donde amenaza con nevar pronto. Y listo, es casi igual.

Uno despega hablando un español que no es y aterriza hablando en inglés en medio de nerviosismos. La mucama que no sabe si se va o se queda, amenazando en un momento inoportuno cuando ya las valijas estaban armadas esperando en la puerta para partir. Los chicos no saben si nos vamos otra vez de vacaciones, si nos mudamos pero al mismo país o qué. Preguntan por sus amigos. "Nos van a venir a visitar?", ¨Cuándo volvemos a nuestra casa?". Tristán está preocupado porque no quiere que vendamos la casa de Puerto Rico. “Sino dónde me voy a quedar cuando vaya a visitar a sus amigos ?” fantasea.
El aeropuerto –para variar- es una carrera estúpida. Llegamos con tiempo, sólo para enterarnos que el avión no saldrá. Imaginen la situación. Muchas valijas, ropas de abrigo, caras de sólo 4 horas de sueño preparados para el momento culminante. La empleada con cara de amable, sugiere tomar un vuelo alternativo: salir 1 hora más tarde de lo planeado, hacer escala por dos horas en Saint Thomas y llegar luego a New York tipo 8 de la noche. Fantástico. En vez de llegar con un vuelo directo a las 11, nos ofrecen un tour guiado.

Obvio que no aceptamos y luego de meter presión nos ofrecen volar por Delta Airlines que saldrá una hora más tarde, pero directo. Parece simple y aceptamos. Sólo que la burocrática actitud de las dos empleadas de sendas aerolíneas no encuentra un papel o método de reconocimiento de pasajes. Como un ping-pong humano voy de mostrador en mostrador (que justamente los de estas aerolíneas están uno en cada extremo del aeropuerto...) tratando de buscar un acuerdo. Finalmente hago que una de ellas se levante de su cómoda posición y me acompañe. Tras poco sutil intercambio de palabras y puntos de vista, logramos finalmente los tickets.
El avión llega, las valijas tardan en aparecer, los chicos ansiosos, la mucama que está paralizada por el cambio (ayuda menos que un carrito de valijas).
Llegar a buscar el auto a AVIS: no hay una camioneta como la gente, nos ofrecen una chiquita y que llevemos todas las valijas encima del techo como gitanos. Negociación, recorrer el estacionamiento, convencer que nos den una que acaba de llegar aunque no está chequeada y limpia.

Finalmente, salimos hacia Connecticut, llenos de cosas y el hambre que crece como la impaciencia de niños.
Llegamos, el técnico de cable nos espera. Con cara de pocos amigos (estuvo esperando más de media hora). Finalmente con la magia de la tecnología en menos de una hora los chicos están mirando tele, yo bajando emails y Moi en el teléfono. El famoso 3 en 1 ya está en funcionamiento.
Luego salir en pequeña recorrida, prender un fuego como ritual que te permite traspasar mágicamente en un día del país del eterno verano a un invierno aún amable, no tan fuerte pero necesario.
Al final del día, luego de comer, luego de sentarnos por primera vez a respirar. Los chicos están sacados, faltos de sueño, no saben qué hacen en una casa distinta, no saben qué hacer con el frío. Tristán, está preocupado porque su abuelo viene a visitarnos en un par de días. “No se da cuenta que estamos recién mudados, que es un momento de muchos nervios y todavía no nos hemos adaptado?” dice reflexiva e ingenuamente.
Trato de dar una respuesta, que no sólo no lo calma sino que lo hace explotar –frustrado ante mi razonamiento- mientras sale para su cuarto.
“Que te putee Dios” me dice como queriendo decir algo muy fuerte. Quién más que el Ser Supremo puede mandarte a la mierda más que nadie...

Ante la contundencia y creatividad de sus palabras -con las que no puedo competir- apreto Enter y me despido.

1 comment:

Anonymous said...

...BUENISIMA la frase de Tristán!!!!
La puse en mi msn.... Para que la lea quien se lo merezca!!!!rsrsrs
Besos
Pato